Aún falta una semana para que Rajoy preste declaración ante el tribunal de la Audiencia Nacional que enjuicia la corrupción de su partido y ya es evidente que no lo hará como un ciudadano más. Desde la Audiencia Nacional ha trascendido que su presidente, José Ramón Navarro, piensa ejercer de bedel de la sede judicial y acercarse hasta el coche del presidente del Partido Popular, abrirle la puerta y acompañarle al interior del recinto como si de una invitación para visitar las instalaciones se tratara.
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También hemos sabido que a Rajoy lo están entrenando para su declaración como testigo –que no comparecencia, como mixtifican algunos periodistas afines– dos equipos de asesores. Dejo pendiente el expediente de transparencia de saber si los pagamos los contribuyentes o el Partido Popular y con qué peculio. Me centro en que el ex fiscal de la Audiencia Nacional, ahora abogado, Jesús Santos comanda uno de ellos. Abogado ahora por la gracia de Dios, es otro representante de esas puertas giratorias que permiten a algunos comprar la experiencia institucional que los contribuyentes pagamos. No es el único. Sólo sirve ahora de punto de reflexión.
Apesta a imparcialidad.
Un desfile de personalidades con una habilidad especial, saber mover la lengua el ritmo necesario, para poder lamer el ojete o en su defecto comerle el ciruelo a este presidente, el mismo que no sabe nada de lo que ocurre a su alrededor y suele decir, que todo es mentira, salvo algunas cosas.