Un cadáver con rastros de quemadura, y sin piernas, apareció hace pocos días en las costas de Cumaná, Trinidad y Tobago, después del primer ataque estadounidense en El Caribe. Los costeños, por supuesto, se preguntaron si esa persona no identificada por las autoridades triniteñas, no había sido víctima de las ejecuciones extrajudiciales, ordenadas por Donald Trump. Días después, la marea trajo otro cuerpo irreconocible a una playa cercana de Cumaná con su rostro desfigurado por los buitres.