Se perfila el riesgo de “pueblos escaparate”, la estacionalidad extrema obliga a encadenar contratos de corta duración, sin continuidad ni perspectivas de carrera. Quien acepta desplazarse a las zonas turísticas se enfrenta, además, a alquileres que triplican la media provincial, multiplicando la brecha entre salario real y coste de vida. Cada temporada decenas de viviendas abandonan el circuito residencial hacia el vacacional, desplazando población local y tensionando los precios hasta niveles difícilmente asumibles por asalariados y familias.