Hace 8 años | Por Feindesland a politikon.es
Publicado hace 8 años por Feindesland a politikon.es

Para la inmensa mayoría de mujeres que lograron incorporarse al mercado de trabajo, tras su jornada laboral, existía una segunda jornada dedicada al cuidado de la casa y de los hijos. Hacer la comida, ir a recoger a los hijos al colegio, ir a la compra semanalmente para llenar el frigorífico, pasar la aspiradora y limpiar la casa, poner la lavadora, la fregadora y planchar; hacer la cena; duchar y acostar a los hijos...

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Fue a posteriori. Los electrodomésticos llegaron antes de que la mujer se pusiera a trabajar.

En los sesenta la gran mayoría de mujeres eran amas de casa, su trabajo era cuidar de la casa y los niños. Nada más y nada menos.

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Por un lado, la economía cambia, la importancia de la industria pesada cae, y cada vez importan más actividades como los servicios o profesiones que requieren “más cerebro que músculo”. De esta forma, la ventaja masculina en la producción de mercado casi desaparece.

Ehhh... no es cierto. La mayor parte de los trabajos relevantes y de la productividad real de las empresas lo siguen haciendo hombres en una proporción muy, pero que muy superior. Que ahora la mayoría de trabajos requieran de esfuerzo mental no significa que todos sean igual de importantes ni que a todas las personas les interese o les apetezca hacer lo mismo.

Los hombres siguen sosteniendo la práctica totalidad de todos los servicios e infraestructuras a todos los niveles, además de ser los que están en la mayor parte de los puestos difíciles y de verdadera responsabilidad.