Es probable que un profesor capaz de convertir una clase de periodismo en un debate intenso sobre un texto de Walter Benjamin deje una impronta notable entre sus estudiantes. Gonzalo Abril, semiólogo y doctor en Filosofía, es ese profesor. Su trayectoria académica está marcada por la independencia intelectual y estética.
#1:
#0 En España sí porque somos subnormales profundos; en Francia sacan las guillotina a la calle cuando suben dos años la edad de jubilación. Deberíamos aprender más de nuestros vecinos.
#0 En España sí porque somos subnormales profundos; en Francia sacan las guillotina a la calle cuando suben dos años la edad de jubilación. Deberíamos aprender más de nuestros vecinos.
#1 Francia también tiene muchas sombras. El problema de la Europa rica es que tenemos la percepción de nadar en dinero, hasta los que no tienen.
Y para postre nos hemos creído la matraca de la sociedad del bienestar, que ha sido en realidad la excepción no la norma.
Es herencia del régimen anterior, algo así como que el que se mueve no sale en la foto. Pero en ello evidentemente colaboran los medios más desmedidamente los sindicatos. Con lo que ese punto ministro, puesto para ello lo hace a gusto sin problemas. Por algo se dividió el ministerio de trabajo y seguridad social en dos y éste se lo quedó el PSOE. De alguna manera los gobiernos hacen lo que les marcan los grandes poderes, no los votantes, a noser que estos luchen como en Francia. Espero que los franceses ganen a Macron y lo envíen a él y a su ley donde merecen.
Con el dictador recién muerto todos conocíamos la represión,el retraso a todos los niveles con Europa y quién lo había causado y el enemigo estaba claro,cuatro décadas después con su correspondiente corrupción y desfalco los herederos ideológicos ya no son el enemigo.
La transición ejemplar y los medios de información parece que han conseguido que lo de ,atado y bien atado,se confirme.
#1 En España ha calado la idea de que protestar es poner en evidencia que eres un pringao-desgraciao-pobre. En el mundo del postureo eso no tienen lugar, si eres un pringao-desgraciao-pobre tienes que disimularlo lo más que puedas a base de préstamos, y sino siempre puedes suicidarte anónimamente y sin molestar, que aquí eso también lo tapamos muy bien.
"Para decirlo brevemente, las democracias frívolas no carecen de armas para afrontar el futuro; en el presente disponen de recursos inestimables, aunque éstos sean poco espectaculares o no mesurables, a saber, un «material» humano más flexible de lo que se piensa, que ha integrado la legitimidad del cambio, que ha renunciado a las visiones maniqueo-revolucionarias del mundo. Bajo el reinado de la moda las democracias disfrutan de un consenso universal respecto a sus instituciones políticas, los maximalismos declinan en beneficio del pragmatismo, el espíritu de empresa y de beneficio ha sustituido al hechizo profético."
El fragmento es de un libro que leí hace años. Básicamente establecía una relación entre la frivolidad y la pasividad ciudadana y los justificaba, en parte, a los modelos de consumo actuales. Los valoraba en positivo, cómo algo que hacía a las sociedades más adaptables y resilientes a las crisis y los cambios.
Lo aporto como otro punto de vista a por qué estas sociedades complacientes parecen estar imponiéndose.
Comentarios
#0 En España sí porque somos subnormales profundos; en Francia sacan las guillotina a la calle cuando suben dos años la edad de jubilación. Deberíamos aprender más de nuestros vecinos.
#1 Francia también tiene muchas sombras. El problema de la Europa rica es que tenemos la percepción de nadar en dinero, hasta los que no tienen.
Y para postre nos hemos creído la matraca de la sociedad del bienestar, que ha sido en realidad la excepción no la norma.
Es herencia del régimen anterior, algo así como que el que se mueve no sale en la foto. Pero en ello evidentemente colaboran los medios más desmedidamente los sindicatos. Con lo que ese punto ministro, puesto para ello lo hace a gusto sin problemas. Por algo se dividió el ministerio de trabajo y seguridad social en dos y éste se lo quedó el PSOE. De alguna manera los gobiernos hacen lo que les marcan los grandes poderes, no los votantes, a noser que estos luchen como en Francia. Espero que los franceses ganen a Macron y lo envíen a él y a su ley donde merecen.
#1 Tienes razón.
¿Un semiólogo que es la mitad de un todologo?
#1 Aquí es que estamos esperando a que gobierne la derecha para incendiar las calles.
Con el dictador recién muerto todos conocíamos la represión,el retraso a todos los niveles con Europa y quién lo había causado y el enemigo estaba claro,cuatro décadas después con su correspondiente corrupción y desfalco los herederos ideológicos ya no son el enemigo.
La transición ejemplar y los medios de información parece que han conseguido que lo de ,atado y bien atado,se confirme.
#1 En España ha calado la idea de que protestar es poner en evidencia que eres un pringao-desgraciao-pobre. En el mundo del postureo eso no tienen lugar, si eres un pringao-desgraciao-pobre tienes que disimularlo lo más que puedas a base de préstamos, y sino siempre puedes suicidarte anónimamente y sin molestar, que aquí eso también lo tapamos muy bien.
#7 aquí siempre manda la derecha, porque el poder económico siempre lo tienen
"Para decirlo brevemente, las democracias frívolas no carecen de armas para afrontar el futuro; en el presente disponen de recursos inestimables, aunque éstos sean poco espectaculares o no mesurables, a saber, un «material» humano más flexible de lo que se piensa, que ha integrado la legitimidad del cambio, que ha renunciado a las visiones maniqueo-revolucionarias del mundo. Bajo el reinado de la moda las democracias disfrutan de un consenso universal respecto a sus instituciones políticas, los maximalismos declinan en beneficio del pragmatismo, el espíritu de empresa y de beneficio ha sustituido al hechizo profético."
El fragmento es de un libro que leí hace años. Básicamente establecía una relación entre la frivolidad y la pasividad ciudadana y los justificaba, en parte, a los modelos de consumo actuales. Los valoraba en positivo, cómo algo que hacía a las sociedades más adaptables y resilientes a las crisis y los cambios.
Lo aporto como otro punto de vista a por qué estas sociedades complacientes parecen estar imponiéndose.