“La Iglesia Católica no sufre la crisis y disfruta de un verdadero paraíso fiscal”, ya que “el Estado español aporta a la Iglesia católica, a través de subvenciones directas y exención de tributos, una cifra que supera los once mil millones de euros anuales”, una cantidad que asciende a más del 1% del PIB y que supone que cada persona residente en España, sea católica o no, aporte unos 240 euros al año a modo de “cuota o dádiva” a esta organización religiosa a pesar de que España se declare como aconfesional en la Constitución.