Hace 3 años | Por TribunaVioleta a pagina12.com.ar
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En 1991 Eileen Myles, legenda del activismo queer y feminista, se postuló a la presidencia de Estados Unidos desde una plataforma independiente en contra de Bill Clinton, George H. W. Bush y Ross Perot. En sus slogans resaltaba que era "una candidata abiertamente mujer”: quería decir que no era un hombre blanco ligado al establishment, ajeno a la crisis del sida y que apuntaría representar a “los olvidados de ese país”. El poema que por ese entonces le dedicó su amiga la artista Zoe Leonard lo decía alto y claro: “Quiero en la presidencia a...

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... alguien que se haya practicado un aborto a los dieciséis (…) que haya sido despedido, agredido por marica y deportado./ Quiero a alguien que haya pasado la noche en la cárcel, al que le hayan quemado la casa y que haya sobrevivido a una violación.”

Aquel poema, que pasó de mano a mano en forma de fotocopias, resurgió con nuevo impulso poco antes de las elecciones del 2016, que llevaron a Donald Trump a la presidencia. Un año después Myles escribía: "Malas noches. /Cuando era joven y tomaba alcohol /hombres depredadores con cabezas hinchadas /me invitaban tragos y trataban de cogerme una y otra vez /porque yo no era nada para ellos /y ahora él es nuestro presidente."

Ese mismo poema que en los 90 clamaba porque los últimos de la fila pudieran por fin acceder a los lugares donde se toman las decisiones resuena ahora mismo, en un momento social que Myles describe como un genocidio que deja expuestos a los de siempre. Dice Myles: “Es increíble como algunos gobiernos a través de la negación generan muerte. En la Casa Blanca, todo el mundo está siendo testeado pero el líder se rehúsa al barbijo. Acá son muy populares lo que se llama gated communities (urbanizaciones más o menos cerradas, con seguridad privada). Por supuesto que sólo acceden los blancos. Es la historia del Buda encerrado en el castillo. La Casa Blanca funciona así. Y para el resto del país la presunción es que si ganás un poco de plata, lo mejor es irte a encerrar en uno de esos barrios. Mientras, ¿quién queda en lo que llaman la primera línea? Trabajadores, mujeres, migrantes, pobres. La Era Trump es símbolo de ese proceso, y el coronavirus está dándonos un mapa todavía más claro sobre quiénes importan en Estados Unidos y quiénes no.”

HimiTsü

Pues en verdad .!

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Viven en una distopía, La Purga cada vez está más cerca.