Mariano Rajoy ha ensombrecido -más si cabe- la grisura que se presume a los discursos de investidura. O el candidato del PP confunde la corrección con el tedio, o es incapaz de disimular que no se cree el parlamentarismo, o simplemente no está a la altura de la responsabilidad asumida. De otro modo, resulta incomprensible tanto el tono premioso y desganado al que recurrió como que en la hora y cuarto que duró su sermón renunciara a dirigirse al PSOE para requerirle los seis votos o las once abstenciones que necesita
Comentarios
Porque es gratis... sabe que siempre va a tener su culo a su disposición.
#1 De Naranjito le he degradado a mandarina.
¿Desairó?
¡Qué lenguaje más Rococó!
Roma no paga a traidores