Solemos identificar la obra de un pintor con algún elemento recurrente, que lo distingue de los demás. En el caso del pintor surrealista belga René Magritte, encontramos en su iconografía bombines, manzanas, pipas, pájaros… y también nubes. Las nubes que pinta Magritte son uno de los objetos cotidianos que introdujo en sus cuadros; se trata en la mayoría de los casos de cúmulos de buen tiempo: la típica nube de algodón que nos viene a la cabeza cuando nos piden que pensemos en una nube.