El político se levanta leyendo la constitución, reflexionando. Se toma el café y piensa "¿Qué podré hacer hoy para ayudar al ciudadano?". Ni se imagina qué es eso de poner su patrimonio a nombre de familiares o empresas con domicilio en Gibraltar, o Lichtenstein, o las Caimán, eso le suena a chino: ellos se levantan de su esterilla, se ponen la chaqueta del chándal, se encienden la colilla que les quedó de la noche y piensan "Debo ayudar a todos los españoles que, como yo, lo están pasando mal". Sabe que su labor no es comprendida, que cuando se vaya de la política nadie se acordará de él en cinco años. Qué es lo que hace, en qué trabaja, cuál es su responsabilidad... Es un incomprendido. Saca la antena del móvil y llama a Botín "Hola Emilito - dice - ¿me invitas a un curasán?". Emilio le dice que se acerque, que precisamente está Amancio por allí, que le invitan a un zumo de naranja, que necesitan unas firmillas: coñe, ministro, piensa que esta vida de miseria es necesaria y momentánea, que más allá está el paraíso:
http://www.20minutos.es/noticia/374030/zaplana/escano/telefonica/
#96 Yo también soy sincero, y no me lo hubiera quedado