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8 de julio de 1941, los carros alemanes de la 17 ª Division Panzer avanza bordeando los cultivos alrededor de Senno y las orillas del Dnieper. En los alrededores surgen las columnas de humo negro que denotan los últimos combates de algún carro ruso ligero T-26 o de un Panzer III, los artilleros descansan en sus torretas del caluroso dia, de repente, de los campos de maíz surge un tanque ruso de silueta desconocida. [...] Ironías del destino, fueron los Alemanes los que dieron a los Rusos las primeras ideas sobre carros de combate...
El periodista Dave McMenamin, analista de rookies de nba.com, pronostica que Rudy estará en el All-Star Weekend por encima de Russell Westbrook (Thunder) y Joe Alexander (Bucks). El escolta mallorquín competirá por el premio con Dwight Howard, Rudy Gay y Nate Robinson
Soy un fan acérrimo de Alien (al menos, de las dos primeras), y aunque estoy harto de precuelas que prometen y no cumplen, le di un margen de confianza a Ridley Scott, así que me atreví a entrar en un cine a ver Prometheus. La película, debo reconocerlo, cumplió exactamente con mis expectativas: unos efectos especiales de primera junto a un guión con menos consistencia que una torre de natillas. Creo que esta es una película con tantos fallos que marcará un nuevo estándar. Por lo visto, el guionista ya había trabajado en Perdidos.
#21 Dos cosas:
a) El capitalismo, más bien la economía de libre mercado, es la mejor forma conocida de asignar los recursos productivos. En una economía alguien tiene que decidir qué se produce y en qué cantidades; en un sistema de libre mercado son las decisiones agregadas de millones de consumidores, cada uno con sus razones, las que deciden qué se produce y en qué cantidad. Si la gente compra X se produce X, si se produce demasiado poco los precios suben atrayendo inversión al sector (los empresarios ven que hay negocio), si se produce demasiado los precios bajan y los empresarios menos competitivos cierran porque el precio ha caído por debajo del umbral que permite que su negocio sea viable (idealmente, el coste marginal). Los precios actúan como señales de tráfico, transmitiendo información a productores y consumidores sobre lo que hay que producir. La única alternativa ensayada es la economía de planificación central, en la que el Estado decide qué se produce, asignando cuotas de producción a cada unidad productiva, fijadas en planes plurianuales (típicamente quinquenales). La economía de planificación central fracasó porque es imposible que el Estado, independientemente del número de burócratas que dedique a ello, no puede predecir con exactitud cuál es la asignación óptima de recursos en una economía. El resultado óptimo es el fruto de millones de transacciones libres. Ni siquiera los consumidores de una economía de mercado están en posesión de ese conocimiento, es algo que se genera a nivel agregado, es la suma de voluntades de todos los miembros de la sociedad, es una realidad dinámica y no estática que los agentes económicos sólo pueden interpretar a posteriori gracias a los precios.
b) La destrucción creativa schumpeteriana. En una economía de mercado las innovaciones destruyen viejas empresas y modelos de negocio. Por ejemplo la fotografía digital destruye el mercado de la fotografía química y provoca la crisis de los actores dominantes del sector (que en el caso de Kodak acaba con su cierre). Lo mismo es válido para la telefonía y la telegrafía, los monitores TFT y los CRT, Wikipedia y las enciclopedias tradicionales, etc. El capitalismo vive un proceso constante de renovación en el que industrias y empresas grandes y largamente establecidas se ven superadas por nuevos actores. Gracias a este proceso de destrucción creativa la economía de libre mercado evoluciona de la mano del desarrollo tecnológico y la evolución de los métodos de gestión. Al igual que en el caso anterior el problema de buscar una alternativa a este modelo es el conocimiento; nadie puede sustituir el conocimiento y la inventiva de millones de emprendedores que prueban suerte en el mercado, espoleados por la promesa de beneficios si tienen éxito. Si miramos el ejemplo soviético de nuevo nos encontramos con que la economía era mucho más estática que la occidental, por eso en los años 80 aún seguían con una distribución sectorial excesivamente volcada en la industria pesada (producían grandes cantidades de acero y carbón, pero eran muy malos haciendo productos de consumo masivo). Manuel Castells describe muy bien en el primer tomo de su trilogía sobre la Era de la Información cómo fueron incapaces de seguir el ritmo de las innovaciones tecnológicas de occidente, eespecialmente en el campo de la microinformática.
Es decir, que la economía de libre mercado tiene cosas buenas, o al menos cosas que no hemos aprendido a hacer más eficientmente de otra manera. Y por supuesto también tiene fallos, desde la tendencia al monopolio que ya atisbaron los economistas neoclásicos hasta ignorar los costes ambientales (y muchos más). La virtud de los países nórdicos es que han dejado que esas ventajas jueguen su papel, han atemperado muy bien los fallos del mercado (un grandísimo logro del que no habla el artículo es la sostenibilidad ambiental) y al mismo tiempo la riqueza generada financia (vía impuestos) unos servicios públicos excelentes que les sitúan cerca del óptimo social.