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La crueldad del espejo secuestraba a la menina en un llanto sin consuelo hasta altas horas de la madrugaba
¡Cuántas veces tuve que callar en el ruido de sus ronquidos, mis deseos más profundos de una "mala mujer" encerrada en sus jaulas reprimidas!
...El despilfarro de "lo público" y los intereses de algunos, los que impiden poner - de una vez por todas - el cascabel al felino..
El baile entre el gato y la liebre ha envenado durante siglos el queso de los ratones
El juego de los silencios pone en evidencia a un periodismo encorsetado en los antojos del burgués
Decían los filósofos de la antigüedad que el concepto de tristeza solamente es comprensible desde las lágrimas de la alegría. La ley de los antónimos servía a los discípulos de Sócrates para encender la luz en las tinieblas de la ignorancia.
Las palabras de Alfredo en el Forum Europa no han pasado desapercibidas para los bastiones de la Caverna. La página 28 de La Razón del 27 de junio del 2012, pasará a los armarios de los zapatos por la autocrítica de Rubalcaba a las políticas de Zapatero.
El miedo al abucheo ha impedido que el gladiador del Coliseo se enfrente con garantías al rugido de los leones. Con tan solo seis meses protegiendo las escuadras de la Moncloa, el espectador de la roja ha lanzado balones fuera con tal de evitar el cruce de miradas con los hinchas de la izquierda.
Decían los presocráticos que las rocas más pesadas se convertirían en arenas polvorientas por las caricias de millones de gotas procedentes de las fuerzas naturales. El envejecimiento de las montañas – decían aquellos sabios de la Grecia profunda – se debía al dulce roce que ejercían los Anemoi en las cimas de los cerros.
Los pueblos de hierro son aquellos que no se dejan cortejar por las corporaciones extranjeras. Las mismas multinacionales que buscan en las penurias del otro las causas de su riqueza.
Diario de información general de la Región de Murcia, líderes en opinión
SIGLO XXI - Diario digital independiente, plural y abierto
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El espejo histórico ha sido el testigo inmóvil del desgaste sistémico de los siglos acontecidos. A través de sus intermitentes reflejos observamos con recelo las arrugas marcadas en el rostro envejecido de las épocas pasadas.
Los prejuicios sociales sobre la idiosincrasia de los pueblos, son el instrumento político nefasto para construir críticas destructivas y dañinas, fundamentadas en los cimientos frágiles del rumor.
La intolerancia envuelta de insultos y ejercida desde las altas esferas del poder hacia las manifestaciones democráticas de la sociedad civil, es el combustible propicio para avivar la llama de la indignación.
ERE iniciado recientemente por el Diario Público y el cierre de CNN+, allá por marzo del presente año, marcan la debilidad mediática de la izquierda en contraste con el poder fáctico de la derecha.
Como bien decía aquel tweet: “Mientras González Pons “aspira” a crear 3.5 millones de puestos de trabajo, Aguirre “despide” a 3.000 profesores. Teoría y práctica del Partido Popular”.
pocos meses para las elecciones generales del 20-N, el maquillaje democrático de la marca España se ha derretido de su envoltorio constitucional. Las manifestaciones del movimiento 15-M han sido glorificadas por la corroboración de la evidencia empírica. Hoy más que ayer, no les falta razón, a los millones de seguidores de Hessel, cuando con la garganta reseca y a la intemperie de Sol, gritan y claman aquello de; ¡le llaman democracia cuando no lo es!.
La necesidad ha ganado la batalla a los parámetros de la comodidad. El “hombre incómodo” ha expulsado la rabia contenida de su infelicidad. El “rasgo común” ha servido de aliento al átomo social para liberar la tensión de su hastío.
La dictadura es la jaula de la palabra. A través del corsé de su organigrama, el mensaje fluye enlatado bajo el control de la censura. El “feedback“, o dicho de otro modo, el recorrido de ida y vuelta del discurso social entre el pueblo sometido y la cúspide de su pirámide, es vigilado por los prismáticos represores de sus instituciones.
La ausencia de empatía justifica el gozo y la barbarie de miles de espectadores eufóricos y sin escrúpulos ante los ojos doloridos del toro que les mira. La depredación vestida de fiesta y maquillada de cultura es el argumento esgrimido desde la fuentes conservadoras para justificar la sangre de un animal, cuya mayor debilidad es la bravura de llamarse toro.
La crueldad del espejo secuestraba a la menina en un llanto sin consuelo hasta altas horas de la madrugaba
¡Cuántas veces tuve que callar en el ruido de sus ronquidos, mis deseos más profundos de una "mala mujer" encerrada en sus jaulas reprimidas!
...El despilfarro de "lo público" y los intereses de algunos, los que impiden poner - de una vez por todas - el cascabel al felino..
El baile entre el gato y la liebre ha envenado durante siglos el queso de los ratones
El juego de los silencios pone en evidencia a un periodismo encorsetado en los antojos del burgués
Decían los filósofos de la antigüedad que el concepto de tristeza solamente es comprensible desde las lágrimas de la alegría. La ley de los antónimos servía a los discípulos de Sócrates para encender la luz en las tinieblas de la ignorancia.
Las palabras de Alfredo en el Forum Europa no han pasado desapercibidas para los bastiones de la Caverna. La página 28 de La Razón del 27 de junio del 2012, pasará a los armarios de los zapatos por la autocrítica de Rubalcaba a las políticas de Zapatero.
El miedo al abucheo ha impedido que el gladiador del Coliseo se enfrente con garantías al rugido de los leones. Con tan solo seis meses protegiendo las escuadras de la Moncloa, el espectador de la roja ha lanzado balones fuera con tal de evitar el cruce de miradas con los hinchas de la izquierda.
Decían los presocráticos que las rocas más pesadas se convertirían en arenas polvorientas por las caricias de millones de gotas procedentes de las fuerzas naturales. El envejecimiento de las montañas – decían aquellos sabios de la Grecia profunda – se debía al dulce roce que ejercían los Anemoi en las cimas de los cerros.
Los pueblos de hierro son aquellos que no se dejan cortejar por las corporaciones extranjeras. Las mismas multinacionales que buscan en las penurias del otro las causas de su riqueza.
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El espejo histórico ha sido el testigo inmóvil del desgaste sistémico de los siglos acontecidos. A través de sus intermitentes reflejos observamos con recelo las arrugas marcadas en el rostro envejecido de las épocas pasadas.
Los prejuicios sociales sobre la idiosincrasia de los pueblos, son el instrumento político nefasto para construir críticas destructivas y dañinas, fundamentadas en los cimientos frágiles del rumor.
La intolerancia envuelta de insultos y ejercida desde las altas esferas del poder hacia las manifestaciones democráticas de la sociedad civil, es el combustible propicio para avivar la llama de la indignación.
ERE iniciado recientemente por el Diario Público y el cierre de CNN+, allá por marzo del presente año, marcan la debilidad mediática de la izquierda en contraste con el poder fáctico de la derecha.
Como bien decía aquel tweet: “Mientras González Pons “aspira” a crear 3.5 millones de puestos de trabajo, Aguirre “despide” a 3.000 profesores. Teoría y práctica del Partido Popular”.
pocos meses para las elecciones generales del 20-N, el maquillaje democrático de la marca España se ha derretido de su envoltorio constitucional. Las manifestaciones del movimiento 15-M han sido glorificadas por la corroboración de la evidencia empírica. Hoy más que ayer, no les falta razón, a los millones de seguidores de Hessel, cuando con la garganta reseca y a la intemperie de Sol, gritan y claman aquello de; ¡le llaman democracia cuando no lo es!.
La necesidad ha ganado la batalla a los parámetros de la comodidad. El “hombre incómodo” ha expulsado la rabia contenida de su infelicidad. El “rasgo común” ha servido de aliento al átomo social para liberar la tensión de su hastío.
La dictadura es la jaula de la palabra. A través del corsé de su organigrama, el mensaje fluye enlatado bajo el control de la censura. El “feedback“, o dicho de otro modo, el recorrido de ida y vuelta del discurso social entre el pueblo sometido y la cúspide de su pirámide, es vigilado por los prismáticos represores de sus instituciones.
La ausencia de empatía justifica el gozo y la barbarie de miles de espectadores eufóricos y sin escrúpulos ante los ojos doloridos del toro que les mira. La depredación vestida de fiesta y maquillada de cultura es el argumento esgrimido desde la fuentes conservadoras para justificar la sangre de un animal, cuya mayor debilidad es la bravura de llamarse toro.