La gente no es consciente de que el fascismo tenía todas las simpatías de las élites occidentales, hasta que Hitler se les fue de las manos y puso en peligro el dominio geopolítico anglosajón. Si se hubiera limitado a atacar la URSS, le habrían aplaudido con las orejas. Luego, eso sí, en la propaganda de Hollywood nos venden que los defensores de la libertad, es decir, los anglosajones, no podían permitir un totalitarismo como el fascismo. Les faltó contar que ellos mismos fueron quienes lo financiaron, y todo para impedir que los trabajadores siguieran ganando derechos y pudiera haber una revolución social, esta vez obrera, similar a la que los burgueses emprendieron para acabar con las monarquías absolutas, que les suponían un obstáculo para hacer negocios a su gusto.
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Lógico, todos los catedráticos de Derecho y abogados que han opinado sobre la ley ya han dicho que es una cagada enorme:
-No introduce el concepto de consentimiento, que ya estaba en 1822 y muy claramente en el CP de 1870:
https://www.outono.net/elentir/2022/08/26/irene-montero-y-la-ley-del-solo-si-es-si-cree-haber-inventado-algo-que-ya-se-hizo-en-1822/
-Al mezclar los abusos con las agresiones meten en el mismo saco al sobón de metro con el violador a punta de navaja... y como "in dubio pro reo", pues hay que bajar las penas en muchos casos:
https://ctxt.es/es/20220701/Politica/40250/feminismo-consentimiento-solo-si-es-si-leyes-ambito-juridico-diego-delgado.htm
"Sin embargo, unificar todos los delitos dentro del tipo penal de la agresión sexual ha provocado críticas, incluso desde sectores judiciales altamente progresistas. Es el caso de Amaya Olivas, magistrada de Juezas y Jueces para la Democracia, que plantea la posibilidad de que “la reforma pueda llegar a ser regresiva”. El propio Dopico profundiza en esa idea: introducir todas las conductas dentro del tipo penal de la agresión sexual ha generado un “totum revolutum en el que entran desde el sobón de discoteca hasta el tipo que droga a una mujer o usa la violencia para acorralarla y realizarle tocamientos contra su voluntad”, recayendo en manos del juez o la jueza la “posibilidad de aplicar penas leves cuando estime que la conducta tiene una gravedad menor, siempre y cuando no haya penetración o ciertos supuestos especialmente gravados”. Por ello, el catedrático resume con rotundidad lo que, a su modo de ver, es el gran error de la ley: “El problema es que el legislador ha dimitido de su tarea de definir qué atentados contra la libertad sexual merecen una pena más baja y cuáles merecen una pena más alta dentro de todo lo que hemos metido en la agresión. Y esto es grave”."