Tras el hallazgo de una figura de la Virgen, la popular «Moreneta», a finales del siglo IX, la montaña de Montserrat se convirtió en un notable centro de peregrinación. Ante el creciente número de peregrinos en 1878, Joaquín Carrera Sariol, propuso estudiar la construcción de un ferrocarril hasta el santuario. Ante el enorme desnivel a vencer, la única solución viable para el ferrocarril era establecer un sistema de cremallera que permitiera superar los inconvenientes de la baja adherencia entre la rueda y el carril.