En el lugar donde antaño el Telón de Acero separaba Europa a base de alambre de espino ahora prospera toda una red de espacios naturales donde habitan osos, lobos y linces. Conmemorando los 100 años del fin de la Primera Guerra Mundial, la gente se pone amapolas para evocar los vastos campos de flores rojas que crecieron sobre la carnicería de los campos de batalla de Europa. Una vez que el conflicto humano ha terminado, el regreso de la naturaleza a los paisajes estériles se convierte en un símbolo de paz.
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