La ciudad está encantada. Los que vivimos a lomos de esta mole insomne la madrugada del 29 de marzo la oímos respirar, lenta y pesada, por sus branquias de callejón. Parece que despierta el Leviatán o si acaso, que se ha enamorado. La Huelga General le cayó a la ciudad en todo el Centro, con alegría y nocturnidad, como casi todo lo bueno. Desde ahí, Madrid está sonámbula, lúcida y ebria como la de Max Estrella. (...)