Todo comenzó en la cálida y soleada mañana del viernes 3 de marzo de 1939, y terminó en la oscura y lluviosa tarde del martes 14 de marzo. El partido de críquet que enfrentaba a Sudáfrica e Inglaterra se jugaba bajo la modalidad sin límite de tiempo, y en aquel décimo día las circunstancias hicieron que tuviera que terminar en empate.