En los albores del siglo XIX, en Candelario (Salamanca) en la fábrica de chorizos del señor Constantino Rico, sobrino del Famoso choricero del Rey mas conocido por "el Tio Rico" o el "Choricero de Candelario" , una de las candelarias que trabajaba en la elaboración de nuestros famosos chorizos, estaba harta de un perro que gracias a los aromas del adobo de las chichas, no la dejaba trabajar en paz y decidió atar al perro -que no sabemos si era suyo o de alguna compañera- pero curiosamente no encontró una cuerda y con las prisas del trabajo,