Si echamos un vistazo en profundidad a los éxitos supuestamente causados por las emociones del buen rollo nos encontramos que los factores claves del desarrollo profesional nada tienen que ver con el pensar bien sino con dos comportamientos muy concretos: definir objetivos claros, motivadores y ajustados al perfil personal y/o competencial (en sentido amplio) de cada uno; y la dedicación, el esfuerzo y la resistencia a la frustración adquiridas en las experiencias educativas y vitales, y no en ejercicios positivistas de un día para otro.
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¿El optimismo y el pensamiento positivo mejoran realmente la vida?
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