Hace 13 años | Por mr_b a fraudefiscal.es
Publicado hace 13 años por mr_b a fraudefiscal.es

De tanto repetir eso de la Ley de la Oferta y la Demanda, así con mayúsculas, como si se tratar de una divinidad pagana, nos acabamos creyendo que es de veras una ley, cuando la realidad es bastante distinta. La ley de la oferta y la demanda requiere que se cumplan una serie de cosas que no siempre vemos en el mundo real.

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¿Pero cómo se forman esas burbujas de precios y por qué son una anomalía que tenemos que aprender de una vez?

Se forman, fundamentalmente, por el efecto arrastre.

Cuando un grupo de gente compra un bien, acciones de Lycos o vivienda, resulta aumenta la demanda, y con ellos aumenta el precio. Un aumento del precio debería reducir acto seguido la demanda, pero sucede justo lo contrario: como aumenta el precio, los que no compraron al principio ven que los primeros que compraron han obtenido unas ganancias espectaculares y se convierten, a su vez, en compradores. ¿Y qué produce eso? Un nuevo aumento de precio.


El artículo está muy bien para una clase de económicas pero en una clase de ética habría que añadir que como los pisos subieron de precio, los bancos mantuvieron la demanda alargando hipotécas aprovechandose del bajo precio del dinero y la gente notaba que pagaba lo mismo mes a mes, la diferencia era que antes un piso lo pagabas en 10 años con un interés muy alto y el mismo piso se pagaba a 30 años con un interés bajo. Y ahora es cuando viene la sorpresa, el interés bajo era muy probable que subiese, el interés alto era muy probable que bajase y eso los bancos lo sabían.

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Las burbujas tambien se forman cuando el mercado deja de "comportarse libremente" porque es controlado en su mayor parte por un monopolio o un trust de empresas que de forma evidente o encubierta pactan los precios, lo que es un delito "maquinación para alterar el precio de las cosas".

Un ejemplo de esto lo tenemos en la burbuja del coleccionismo de sellos, donde dos empresas españolas manejaban tanta tarta del sector que en esencia decidían el valor de cualquier pedazo de papel estampado. Hasta que intervinieron los mecanismos reguladores del estado y la justicia para detener esa locura.

Otro ejemplo lo tenemos en la burbuja inmobiliaria, en la que unos pocos grandes bancos establecían cuanto podía hipotecarse cada persona hasta que en esencia decidían el valor de cada conjunto de ladrillos mal puestos sobre un terrenito. Allí tambien intervino el estado para cubrir las pérdidas de esa locura y dejar que los estafadores continuasen operando.