Hace 12 años | Por Ripio a esmola.wordpress.com
Publicado hace 12 años por Ripio a esmola.wordpress.com

El Estado tiene la obligación de proteger a los consumidores, ciudadanos, de los embaucadores. Especialmente cuando exista una transacción comercial por sus productos o servicios, es decir, cuando medie dinero, aunque éste sea entregado bajo la forma de “donativo” y otros subterfugios. . Y, sin embargo, el gobierno mira hacia otro lado. Porque claro, las leyes las carga el diablo, empiezas disparando contra Rappel o las pulseritas Power Balance, y acabas cargándote Lourdes o Fátima. Hasta ahí podíamos llegar.

Comentarios

AunEstoyAqui

Aprovecharse de la ignorancia de otros deberia ser delito.

E

Ailian, estás confundiendo la libertad de credo, plenamente reconocida en nuestro ordenamiento legal, con la libertad de engañar en un negocio (que sólo está reconocida a las entidades financieras ).

Tú puedes comprarte una camiseta de Messi, mientras te digan que esa es una camiseta. Pero si te dicen que esa camiseta cura el cáncer, entonces la estás comprando engañado, y es un fraude.

Igual si compras el casco de Darth Vader porque aseguran que ayuda a crecer el pelo o cualquier otra propiedad inventada.

Las limitaciones de la actual legislación para prohibir este tipo de prácticas son evidentes: no tengo constancia de que se haya podido encerrar a alguno de estos timadores. La única noticia que tengo es de una sentencia absolutoria a uno de estos magufos, basándose en que la víctima debía tener una mínima cultura que le hiciera sospechar del timo. Pero...no todo el mundo tiene esa mínima cultura, y es labor del gobierno velar por la protección al consumidor.

Luego no es cierto que actualmente contemos con instrumentos legales para detener el fraude "paranormal".

Abraxas

Luego montamos en cólera si nos sirven Pepsi en vez de CocaCola ¡que somos consumidores muy exigentes! Que no se nos escape la Power Balance mientras le chillamos al camarero.

ailian

El bloggero simplemente desconoce las leyes. Si una persona se siente estafada por la compra de ese aceite, por ejemplo, no tiene más que denunciarlo. Si el anuncio promete curación y no se logra, probablemente prosperaría.

No hace falta ninguna ley especial, basta con las que se tienen. Ahora, el que tiene que denunciar es el perjudicado. Si los que compran esos productos etán felices y contentos, ¿qué más da? Otros se gastan el dinero en camisetas de Messi, o en cascos de Darth Vader.

Prefiero la libertad de elección, de creencias y de equivocarse (creyendo cosas raras) que las muy peligrosas cazas de brujas.