El otro día leía en FB la indignación de mi prima (1980), una mujer joven independiente, culta, cariñosa, trabajadora, decidida, valiente, alegre, solidaria y otras muchas virtudes ejemplares, respecto a un artículo que publicaba El País sobre un libro de respecto a un artículo que publicaba El País sobre un libro de próxima publicación Dejad de lloriquear. Sobre una generación y sus problemas superfluos de Meredith Haaf (1983) una joven escritora que, visto lo que a continuación detallaré, no pasa de ser una arribista pretenciosa.