Hace 10 años | Por pacomann a naukas.com
Publicado hace 10 años por pacomann a naukas.com

Russell Marker irrumpió en la calle como un ciclón. No daba crédito. Por segunda vez, salía de la embajada con las manos vacías. Ya se podía ir olvidando de la autorización para el trabajo de campo, sus supuestos representantes en el país no tenían el menor interés en conseguírsela. Y encima le pedían que regresase a Estados Unidos. Ni en sueños. Sabía perfectamente que los japoneses habían atacado Pearl Harbor unas semanas antes. Y podía comprender que no era el mejor momento para que un gringo deambulase por México...

Comentarios

D

"El estadounidense siempre se negó a patentar la síntesis que hoy lleva su nombre por lo que compitieron de igual a igual."

Cuadrados los tenía. Autoconfianza a tope y fiasco al final.

No obstante interesantísima historia.

Wayfarer

Interesante historia... Parece mentira las aventuras que hubo detras de la síntesis industrial de la progesterona