Hace 10 años | Por kimnet a cronicaglobal.com
Publicado hace 10 años por kimnet a cronicaglobal.com

Necesitamos dirigentes de los trabajadores que sean ejemplares por su honradez, desinterés y claridad. ¿Donde están los sindicalistas que repudien el profesionalismo político y renuncien a las subvenciones estatales? Les deseo hablar de dos atractivas personas del movimiento libertario de orígenes muy diferentes y que promovían el sindicalismo revolucionario: un sindicalismo con voluntad constructiva y no destructiva, envuelto en sensatez y realismo, desprovisto de sectarismo ideológico y de irracional dogmatismo.Traducción en #1

Comentarios

kimnet

#5 El texto en su mayoría habla de dos personajes históricos de interés. Tu debes ser de los que valoran una película por la portada.

D

Estamos en CNT

Natalia_

#2 Simple, sincero y directo. Suscribo tu comentario.

kimnet

Nada está asegurado de una vez por todas. Por esta razón, quien quiera ser aquello a lo que aspira -o seguir siéndolo- nunca tiene que dormirse en los laureles. Las etiquetas no hacen la cosa: no hay inteligentes de profesión, ni tampoco progresistas; otro tema son 'los que van de progre', una máscara para ser aplaudidos. Entrando en materia diré que los sindicatos pueden 'desnaturalizarse', engañar, decepcionar o defraudar. Ante todo hay que considerar que la salud del movimiento obrero necesita como agua de mayo la verdad y la limpieza; y su gran enemigo es la mentira, la grave enfermedad del humano.

En esta hora crucial de confusión y de ataque a nuestro Estado social, irrenunciable después de su dura y larga conquista, necesitamos dirigentes de los trabajadores que sean ejemplares por su honradez, desinterés y claridad. ¿Donde están los sindicalistas que repudien el profesionalismo político y renuncien a las subvenciones estatales? Les deseo hablar, queridos lectores, de dos atractivas personas del movimiento libertario de orígenes muy diferentes y que promovían el sindicalismo revolucionario: un sindicalismo con voluntad constructiva y no destructiva, envuelto en sensatez y realismo, desproveído de sectarismo ideológico y de irracional dogmatismo. Radicales y moderados a la vez, y que repudiaban la rigidez y las formalidades superfluas de la burocracia.

Simone Weil (1909-1943) -de familia acomodada y hermana de uno de los genios matemáticos del siglo XX, André Weil- era profesora de filosofía en un Instituto cuando llevó a cabo la experiencia de 'hacerse obrera'. En 1934 pasó unos meses en la Renault, le correspondió un trabajo en cadena que le resultó muy duro -era una mujer de salud frágil-, y muy diferente del que había imaginado. Quedó mentalmente agotada, especialmente al palpar un desamparo del que no se hablaba entre los trabajadores y que para soportarlo exigía "renunciar por completo a pensar". Esta convicción le produjo una amargura imborrable. En aquel periodo escribió un diario que ha sido reproducido en el libro La condición obrera (Trotta). Mantuvo siempre una actitud firme ante la alienación de los trabajadores y refería que "la raíz del mal" reside en la permuta de papeles entre cosas y hombres. Observaba que había empresas en que sólo un uno por ciento de los obreros necesitaba un aprendizaje de más de un día. Llegó al sindicalismo revolucionario subyugada por el ideal de una actitud de continua y solidaria responsabilidad. Denunciaba la opresión burocrática del Estado, de las empresas y también de las organizaciones obreras. En clave libertaria, entendía que hay que examinar los problemas en sí mismos, y no en función de etiquetas políticas. Era posibilista al pretender "una transformación tan radical como sea posible del régimen actual en el sentido de una mayor igualdad". Para Simone, la idea revolucionaria es una mentira si promete abolir unas desgracias que residen en la propia condición humana.


De un estrato social muy diferente era Joan Peiró (1887-1942), nacido en Barcelona empezó a trabajar en los 8 años de edad y aprendió a leer y a escribir ya casado. Cómo Salvador Seguí y Àngel Pestaña gustaba de ir vestido con traje y corbata, una manera de dignificar la clase trabajadora, y era hombre de extrema honradez y decencia. Siendo secretario general de la CNT, los pistoleros de la patronal estuvieron a punto de matarlo dos veces, igual que a Pestaña, y consiguieron asesinar al 'Noi del Sucre', junto a Francisco Comas 'Paronas'; él iba a ser eliminado este mismo fatídico 10 de marzo del 1923 y se salvó por una afortunada coincidencia. En un artículo escribiría: "Si la revolución consistiera en robar y matar, los ladrones y asesinos serían los más grandes revolucionarios. Justamente; pero es todo el contrario. Los más grandes revolucionarios, de quienes la historia se complace a hablar, son los que más lejos se encuentran siempre de todo derramamiento de sangre y de la amoralidad de las expropiaciones por el provecho personal". Igual que a Companys, los fascistas lo trajeron a nuestro país para fusilarlo después de una mascarada judicial; hubiera podido evitar su asesinato de haber aceptado el cargo que se le ofreció en los sindicatos verticales del franquismo. El 1930 escribió que "por mucho que pese a quienes creen el contrario, no hay verdaderos sectores de izquierda en Cataluña, ni sentido político izquierdista, ni emoción revolucionaria, ni nada de lo que a estas alturas hace falta". Y hoy, ¿que pensaría, que diría?

kimnet

jorsojorso es imposible que hayas leído el texto tan rápido (1')como para votar sensacionalista, eres un cansino de voto facil

marioquartz

#3 Si el texto se basa en algo que es falso no es necesario leer algo mientras sepas cual es la base.
Si los cimientos están mal, la casa se caerá. Por muy bonita que sea.