Hace 10 años | Por antroxu a blogs.lavanguardia.com
Publicado hace 10 años por antroxu a blogs.lavanguardia.com

Las elecciones alemanas del 22 de septiembre consagraron una nueva victoria de los tres principios que presiden la involución europea: Austeridad, desigualdad, autoridad. Austeridad que extiende la miseria en cada vez más sociedades del continente. Desigualdad, creciente -entre países y sectores sociales- que enriquece aún más a los ricos y empobrece a las clases medias y bajas, incluidas las de Alemania. Autoridad necesaria para gobernar todo ello, tan bien representada por las leyes anti-protesta del gobierno postfranquista español.

Comentarios

antroxu

“Gracias a las medidas anticrisis del Estado, muchos han abandonado todo temor para regresar a la antigua manera de actuar”. “Fue un error desregularizar y liberalizar el mercado global de capital”. Hay que, “reconocer como delito la destrucción ilícita de capital: allí donde se vulnere el derecho debe haber castigo”. Todo esto lo dijo en marzo de 2011 el entonces Presidente de Alemania, Christian Wulff, ante el XIX Congreso de la banca alemana (Bankentag), un evento que se celebra cada cinco años y que fue el primero después de la crisis. En agosto del mismo año, Wulff repitió ese catálogo en el discurso inaugural del congreso de galardonados con el premio Nóbel de economía celebrado en Lindau, en el que criticó, además directamente, al Banco Central Europeo por propiciar el negocio de la banca privada con los bonos de deuda de los estados. Cuatro meses después, comenzó una agresiva campaña de prensa contra Wulff, acusado de minucias insignificantes la mayoría sin prueba alguna, y dos meses después tuvo que dimitir de su cargo. Wulff no era un radical, sino un acreditado católico conservador de la CDU que, simplemente, ejerció el tradicional papel de “conciencia moral” que va con ese cargo políticamente intrascendente, en Alemania. No se le toleró. Leen ustedes bien: el presidente alemán fue tumbado el año pasado después de criticar a la banca.