Hace 11 años | Por superfea a yorokobu.es
Publicado hace 11 años por superfea a yorokobu.es

Sadako Saaki no llegó a cumplir del todo su objetivo. 356 grullas de papel se lo impidieron. Eran justo las que le quedaban por hacer el día en que murió. Junto a las 644 que ya tenía confeccionadas habrían sumado 1.000. El millar de piezas de origami que Sadako quería entregar a los dioses para que le concedieran el deseo de curarla a ella y a todas las personas del mundo aquejadas de algún mal.