Hace 15 años | Por davidx a heraldo.es
Publicado hace 15 años por davidx a heraldo.es

Ingenioso, desenfadado, irónico, brillante. Así fue el discurso que pronunció el escritor Javier Marías (Madrid, 1951) en la Real Academia Española, institución de la que ya forma parte. "Nuestra labor (la del novelista) no solamente es pueril, sino absurda, una especie de trampantojo, un embeleco, una ilusión, una entelequia y una pompa de jabón", dijo el autor de 'Todas las almas". Aunque es la novela la que le ha llevado hasta la RAE, explicó que "en el fondo, está destinada al fracaso y además es casi imposible".

Comentarios

nuclear.fallout

#2 Yo creo que no has entendido el discurso de Marías...,si es que lo has leído, claro.

Hueso

Como Mendoza, que decía que la novela había muerto y él sigue lucrándose del cadáver incorrupto de la misma. Qué gilipollas son algunos de estos "intelectuales", tan sobrados ellos...

Juanal

#2, Acabas de hacer uno de los mejores ejercicios de autocrítica que he visto...

D

El académico Marías
Javier Marías ya es uno de los miembros de la Real Academia Española. Ocupará el sillón “R”, vacante desde el fallecimiento de Fernando Lázaro Carreter, autor de “El dardo en la palabra”. La lectura de su discurso de ingreso en la RAE estuvo presidida por los ministros de Educación y de Cultura. Éste aseguró que Marías “es uno de los grandes novelistas de su generación”. “Se me hace difícil entender que admitan a un novelista” dijo el propio Marías tras declarar que “nuestra labor no solamente es pueril, sino absurda”.



La Fiera Literaria ha denunciado la valoración y promoción del susodicho novelista como una de las mayores estafas editoriales que se han cometido en España, con la persistente complicidad de la crítica, los medios, la academia, la universidad y el Ministerio de Cultura. Para demostrarlo, han señalado de forma exhaustiva, con un nuevo método de crítica literaria (la crítica acompasada), los destrozos que ha causado Marías a la lengua española y su gramática.



Uno de los críticos de La Fiera, Isidoro Merino, ha descrito, con multitud de ejemplos, los estragos “mariasnos”. Repeticiones injustificadas: “Pensé que pensaría en su hijo”, “sospechar la sospecha del otro”; utilizaciones incorrectas de adjetivos y adverbios: “Pronuncian verosímilmente” (por correctamente), “su voz era vibrada” (por vibrante); construcciones ininteligibles: “las únicas alianzas son contra el uno el otro”, “entre nosotros no había habido tampoco importancia”. En definitiva, anacolutos, faltas de concordancia, confusión del significado de muchas palabras e impotencia expresiva.



La inversión de valores la lleva a cabo la Academia que debe cuidar, fijar, y además dar esplendor a la lengua. Situar a los ágrafos bendecidos por el régimen, al frente de las instituciones culturales, se revela tan grotesco, y a la postre tan devastador, como sustituir las mangueras de los bomberos por lanzallamas.