Hace poco escribí un comentario en el que afirmaba que las empresas de suministro de agua son lo peor de lo peor, y amenacé con escribir un artículo explicando mis lamentables experiencias con Sorea. Así que lo prometido es deuda. Es un ladrillo bastante largo, pero he intentado que sea ameno. Espero que por lo menos os sirva para echaros unas risas a mi costa.
@lectorcritico, @famufa, @MADMaax2, puede que esto os interese.
Capítulo I
Esto ocurrió hace muchos años, creo que más de 15. Acababa de mudarme a un piso de alquiler. Lo alquilé a través de una inmobiliaria, así que ellos se encargaron de todo el papeleo, incluido el cambio de nombre de los suministros. Pero con una salvedad: en el caso del suministro del agua cambiaron el número de cuenta, pero no el nombre del titular. De hecho, el titular ni siquiera era el actual dueño, sino uno anterior, posiblemente el primer propietario del piso. Parece ser que el cambio de nombre es una pesadilla burocrática tan grande que ni se molestan en hacerlo, pero esto yo no lo sabía. Este detalle es importante, porque las facturas del agua me llegaban a nombre de otra persona, así que ni las abría (por aquello de que espiar el correo ajeno es un delito muy gordo).
El caso es que, a los pocos meses de vivir allí, llegué un día a mi casa y me encontré con que, al abrir el grifo, apenas salía agua. Tan sólo un hilillo que apenas daba para beber. Creyendo que se trataba de alguna avería de la bomba de agua fui a preguntar a los vecinos, pero ninguno tenía problemas con el agua, así que bajé al contador y cuál fue mi sorpresa al encontrarme un precinto en la llave de paso que daba a mi piso.
Vuelvo a casa y llamo a Sorea para pedir explicaciones. Me dicen que me han cortado el agua por falta de pago.
- ¿Cómo que por falta de pago? ¡Pero si el recibo está domiciliado! ¡Y nadie me ha avisado!
- Pues aquí no consta que se haya realizado ningún pago. Y sí que le hemos avisado, en las facturas lo pone bien claro.
Esas mismas facturas que no leí por estar a nombre de otra persona, ¿os acordáis?
Total, que empiezo a llamar a diestro y siniestro para encontrar el origen del problema. En la inmobiliaria me dicen que sí que hicieron el cambio del número de cuenta, y de hecho me confirma el número, que es el correcto. Así que llamo al banco para preguntar, y me dicen que a ellos no les ha llegado ningún recibo de Sorea. Por cierto, el banco era Triodos Bank, que en aquella época llevaba poco tiempo en España y todavía no era muy conocido. Este detalle también será importante.
Finalmente, vuelvo a llamar a Sorea para que me digan qué número de cuenta es el que tienen asociado a este contrato, porque yo, iluso de mí, me imagino que hubo algún error y el número no debe ser el correcto. Cuando el operador se pone a comprobarlo, me dice:
- Ah, espere. Creo que ya sé lo que pasa.
- ¿Ah, sí? ¿El número está mal?
- No, no, el número parece correcto. Pero el código de la entidad no me suena. ¿De qué banco es?
- De Triodos Bank.
- Pues ese es el problema. Como este número de banco es muy raro, no le hemos cargado los recibos.
- ¿Perdón? ¿Cómo dice?
- Que no le hemos cargado los recibos porque su banco es muy raro y no nos suena de nada.
Así, con dos cojones. Me cortan el agua porque ellos han decidido que mi banco es “muy raro” y no han pasado los recibos. Su puta madre.
- ¿¡Pero que cojones…!? ¿Cómo que mi banco es raro? ¿Pero el número de cuenta es correcto o no?
- Sí, sí, al número no le pasa nada.
- ¡PUES ENTONCES HAGAN EL FAVOR DE COBRARME LOS RECIBOS INMEDIATAMENTE, PANDA DE TARADOS!
- Sí, sí, no se preocupe. Acabo de dar la orden, dentro de pocos días ya le llegarán los cargos.
- ¡Y hagan el favor de mandar a alguien a restablecerme el servicio inmediatamente!
- Bueno, bueno, esto puede tardar un poco, ¿eh?
- ¿Cómo que un poco? ¿Cuánto es "un poco"? ¿4 horas? ¿6 horas?
- No, no, como mínimo 2 o 3 días.
- ¿ME ESTÁ DICIENDO QUE ME HAN CORTADO EL AGUA PORQUE LES HA SALIDO DE LOS COJONES Y QUE VAN A TARDAR 3 DÍAS EN VOLVER A DARME SERVICIO?
- Bueno, yo...
- ¡QUE ESTAMOS HABLANDO DEL AGUA! ¡QUE ES UN SERVICIO BÁSICO, JODER!
- Ya, ya, lo siento mucho, pero es que no puedo hacer nada.
Tras una retahíla de insultos diversos cuelgo el teléfono y bajo a la sala de contadores del agua. Arranco el precinto de un tirón (pues era de plástico), y vuelvo a abrir el grifo. A tomar por culo ya, hombre. Como si quieren pasarse el año que viene, yo no pienso estar sin agua por su culpa. Y entonces me doy cuenta de que la llave de paso pierde agua. Bastante agua, de hecho. No sé qué cojones hizo el técnico que puso el precinto, si es un accidente o hecho adrede, pero pierde agua. Por suerte, la fuga está antes de entrar en el contador, y a pesar de ella ya vuelvo a tener agua en casa. Así que yo, con toda mi buena fe, cometo el error de volver a llamar a Sorea para informarles del problema. Craso, crasísimo error:
- Oiga, que soy el de antes, al que le han cortado el agua por los loles. Llamo para informarles de que hay una fuga de agua, para que manden a alguien a arreglarla cuanto antes. Alguien competente, a ser posible.
- Uy, pero esto es un tema de la comunidad.
- ¿Cómo dice?
- Que es un tema de la comunidad de vecinos, esto lo tienen que arreglar ustedes.
- No, no, a ver: la fuga está entre la llave de paso y el contador, así que es cosa suya. De hecho, esto funcionaba perfectamente hasta que vino su técnico a cortarme el agua, que a saber qué habrá tocado.
- Que no, que no, que esto es cosa de la comunidad.
- Y dale. Que no.
- Que sí.
- Que no.
- Que sí.
Tras 15 minutos de este diálogo para besugos en bucle, y varios insultos más, cuelgo y vuelvo a llamar, a ver si esta vez me toca con un operador humano y con más de dos neuronas activas. Para mi sorpresa, el operador que me atiende esta vez alucina con lo que le cuento y me da la razón:
- Por supuesto que esa fuga es cosa nuestra, ¿cómo va a ser de la comunidad?
- Pues dígaselo a su compañera, que se ve que no lo tiene tan claro. ¡Y hagan el favor de mandar a alguien a arreglar la fuga!
- Sí, sí, por supuesto. Ahora mismo enviamos a alguien.
El "ahora mismo" acabaron siendo 3 días. 3 putos días. La madre que los parió.
Capítulo II
Tras varios años viviendo en ese piso, decidí mudarme a otro más grande. Pero antes de irme, Sorea tenía pensado hacerme un regalito de despedida. Cuando me llegó el que iba a ser el último recibo del agua que tenía que pagar de ese piso, me di cuenta de que el importe del recibo era bastante más alto de lo habitual. Extrañado, llamé a Sorea para pedirles explicaciones, y me dijeron que era posible que fuera un error en la lectura del contador. Bajo a la sala de contadores para comprobarlo y veo que sí, que el técnico había confundido un 3 con un 8 y me habían cobrado 50 m3 de más. Menos mal que fueron las decenas, porque si el error llega a estar más a la izquierda estos inútiles son capaces de cobrarme un millón de euros sin despeinarse.
En fin, vuelvo a llamar a Sorea para explicarles lo ocurrido y para preguntar qué debo hacer. Me dicen que no me preocupe, que les diga la lectura correcta y que volverán a generar la factura con el importe correspondiente. En cuanto a la factura incorrecta, me dicen que simplemente llame al banco para devolver el recibo y ya está. Hago lo que me dicen y me olvido del tema. Problema solucionado, ¿verdad? Evidentemente, no, el problema no está solucionado. Si no, no estaría escribiendo esto.
Pasan algunas semanas, me mudo al piso nuevo, y cuando ya llevo allí viviendo casi un mes me llama el dueño del piso anterior. Dice que está en la oficina de Sorea, intentando hacer el cambio del número de cuenta del suministro de agua, y que le dicen que no puede ser porque hay una factura pendiente de pagar. Que se ha ofrecido a pagarla él mismo pero le han dicho que no, que tengo que resolverlo yo. En ese momento se me empiezan a hinchar las venas de la frente, un sudor frío me recorre la espalda, y se me erizan los pelos del sobaco. Temiéndome lo peor, cojo el teléfono con una mano temblorosa, debido a una mezcla de miedo y de mala hostia, y marco una vez más el número de Sorea. Cierro los ojos y cruzo los dedos mientras suena la musiquita infernal que a estas alturas ya me sé de memoria. Le intento explicar el problema al operador que me atiende:
- Ya veo el problema, aquí hay un recibo que fue devuelto.
- Sí, lo sé. Lo devolví porque era incorrecto y ustedes me dijeron que lo devolviera.
- Ah, sí. Pero claro, hasta que no se le mande el recibo correcto seguirá saliendo como pendiente de pago.
- Pero de eso ya hace casi dos meses. El recibo correcto ya tendría que haber llegado.
- ¡Uy! No, no, todavía no.
- ¿Cómo que no? ¿Pero cuánto tardan ustedes en volver a mandar un recibo?
- ¡Uf! Pues unos 3 o 4 meses, normalmente.
- ¿Pero cómo que 3 o 4 meses? ¿Se está quedando conmigo?
- Hombre, tenga en cuenta que no es algo trivial, ¿eh? Hay que recalcular el importe, el IVA, las diferentes tasas...
- ¿¡PERO QUÉ MILONGA ME ESTÁS CONTANDO, PAYASO!? ¡ESTO ES EL PUTO SIGLO XXI! TENEMOS IPHONES, SATÉLITES DE COMUNICACIÓN, FIBRA ÓPTICA, GPS, Y LA HOSTIA EN VERSO. ESE CÁLCULO TE LO HACE HASTA MI TOSTADORA EN CUESTIÓN DE MILISEGUNDOS. ¿CÓMO COJONES LO HACÉIS VOSOTROS? ¿ES QUE TENÉIS A UN CHINO ESCONDIDO EN UN SÓTANO USANDO UN ÁBACO? ¿ACASO GRABÁIS LOS RECIBOS EN PLACAS DE MÁRMOL COMO LOS ROMANOS? ¿CREES QUE ME CHUPO EL DEDO, MISERABLE INFRASER?
- Lo siento caballero, pero tendrá que esperar.
- ¡ME CAGO HASTA EN TUS...
Omitiré la ristra de insultos que vino a continuación para que no me caiga un strike. El caso es que tuve que esperar otros dos meses hasta que los señores de Sorea se dignaron a enviar el famoso recibo corregido. Sí, habéis leído bien: dos meses más. Y entonces, ya sí, pudimos cambiar el número de cuenta.
Capítulo III
Comparado con los dos capítulos anteriores, este es poco más que una simple anécdota, pero me tocó tanto los cojones que no pude evitar llamar para reclamar. Especialmente teniendo en cuenta la infinita cantidad de odio que atesoro hacia Sorea.
Sucedió durante la pandemia, en 2020. Me llegó un recibo del agua un poco más caro de lo habitual. Extrañado, pues mis recibos del agua suelen tener siempre más o menos el mismo importe, revisé la factura en detalle, y vi que había consumido el triple de lo habitual. Normalmente consumo unos 10 m3 de agua cada trimestre, y me habían cobrado 30. Revisé la lectura del contador y era correcta. Así que empecé a pensar si es que tenía alguna fuga de agua, o es que algún vecino ocupa (tenía varios) me había pinchado el agua de alguna forma. Hasta que se me ocurrió revisar los dos recibos anteriores y vi lo que había ocurrido.
Resulta que durante la pandemia, al estar todos encerrados en casa, el que se encarga de hacer las lecturas de los contadores no pudo salir a hacer su trabajo. Y Sorea, con la diligencia que le caracteriza, decidió que hacer estimaciones era una tarea demasiado compleja, sólo al alcance de unas pocas mentes privilegiadas. Supongo que el chino del ábaco se quejó, o algo. El caso es que en los dos recibos anteriores me facturaron un consumo de 0 m3, y luego me lo cobraron todo junto en el tercer recibo. Vamos, que Sorea consideró que pasé varios meses encerrado en casa sin consumir nada de agua. Dentro imagen de Randy Marsh transportando sus santos cojones en una carretilla:
Uno podría pensar que qué más da, si al final me han cobrado lo mismo, ¿no? Pues NO. Porque resulta que, si te pasas de un consumo de 20 m3, consideran que estás gastando demasiada agua y te cobran un recargo. Es decir, que de los 30 m3 que me cobraron pagué 10 de ellos a un precio muy superior al que correspondía. Y sí, les llamé para quejarme, pedir que me anularan los tres últimos recibos, y que hicieran el favor de calcular bien el consumo. Algo que al chino del ábaco seguro que no le hizo ni puta gracia, porque para dividir 30 entre 3 me imagino que tuvo que hacer horas extras. Al final la diferencia eran apenas 10 €, pero es que no me salía de los huevos dejarlo pasar. No después de todo lo que me hicieron.
Y hasta aquí mis aventuras y desventuras (sobre todo desventuras) con Sorea, posiblemente la peor empresa del universo conocido. Ahora contadme vosotros vuestras penas en los comentarios, que sé que os morís de ganas.