Desde hace décadas se conoce la relación entre la obesidad y el cáncer. Aunque la evidencia principal se basa en estudios observacionales, existen diversas hipótesis bastante sólidas para explicar los posibles mecanismos y el análisis de datos complementarios, como por ejemplo la respuesta a la dosis, hacen pensar que la causalidad es bastante probable en esta relación. Lo cierto es que la cantidad de investigaciones es tanta y tan coincidente, que el consenso es casi universal.