Decía hace unos días que todas las dinámicas que implican un escenario geopolítico no son más complejas que las que se puedan observar en el patio de un colegio. Tal vez porque somos sólo niños, o porque la vida es sólo un juego o por ninguna de las anteriores, pero así es como es. De hecho es una comparación habitual, quizás menos consciente de lo que debería, que se ejemplifica comparando al poder hegemónico de turno con "el matón del barrio".
Y creo que esta foto de Zelensky con cara de pillo es perfecta para ilustrarlo, o en realidad al revés, es la que me lleva a hacer una reflexión que creo que es bueno hacer. Después del aparente tropiezo en Washington recala en Londres, se diría que con mayor fortuna. Y tiene sentido porque fue desde allí desde donde se le garantizó la continuidad de la guerra. algo que no parece haber cambiado con Starmer. Así que sonríe con esa picardía infantil de un niño que juega al pilla pilla: pues si no voy por allí, voy por allá y me sigo escapando un poco más, y agárrame si puedes.
Sucede que las risas de fondo que suelen adornar tales juegos aquí son imágenes muy distintas en las que tampoco vale la pena ahondar demasiado en aras del buen gusto, pero que no cabe nunca olvidar. Y es que lo que tendría que hacer el pícaro Zelensky es, viendo como lo ha abandonado EEUU, preguntarse qué hará cuando lo abandone Europa. Son preguntas desagradables que aparecen con el bajón pero puede que no haya más ocasiones para salirse del camino hacia el desastre que tan bien han pavimentado algunos para la gente de Ucrania. Es un poco aquello que dicen de: si me engañas una vez la culpa es tuya, pero si me engañas dos, ya es mía.