Mis suelas se arrastran por la playa camino de la mar. Mis manos sostienen con desprecio el pequeño paquete que acabo de recoger en Correos de Algorta con el original de mi última y definitiva novela devuelta por la editorial de turno; ha sufrido el mismo destino que las quince precedentes. Ha sido mi última tentativa. ¿Acaso no es suficiente? Estoy seguro de que he rebasado la luz roja que alerta de la incapacidad de un escritor.
Lo único que desentona en la serenidad del escenario es la velocidad de mi sangre. Lo que no me impide echar la mirada a derecha e izquierda buscando una buena piedra que sepulte el paquete en el destino que se merece. Así concluirá para siempre mi obsesiva búsqueda de esa particular novela negra iluminada por fulgores como «whisky and soda», «alguien tiene que quedarse aquí para contar los muertos», «le pegué en la barbilla apoyando el puñetazo en mis ciento noventa libras de peso», «el muerto era un muchacho delgado, bien parecido hasta hacía poco»… ¡Todo un estilo! ¿Qué soy yo al lado de los Hammett, Chandler, Cain, Himes, Ambler y todo ese Olimpo? Ni me respondo. Los persigo desde hace años, los leo hacia delante y hacia atrás, duermo repitiéndome en sueños sus expresiones implacables, tergiverso mis días para vivir en su mundo… Vanos intentos de gozar de algún contagio. Si no me han salido del todo mal estas últimas líneas se debe a la cercanía de los grandes nombres. No es la primera vez que ocurre, y a punto he estado de bautizar como Chandler o Cain a algún personaje mío para encontrármelo en las páginas y beneficiarme de la magia de su sonido. Nunca lo hice, por un último vestigio de honestidad.
Ramiro Pinilla, "Sólo un muerto más."
Comentarios
Hace años que descubrí que escribir es lo mas desagradecido que existe en el mundo.
Horas delante del teclado, revisiones, cambios, más horas más revisiones y más cambios por unas pocas páginas.
Quemando esas horas garantizas que lo que has escrito está bien escrito, pero nunca garantizas que lo contado sea una buena historia, algo interesante, algo que llene al lector, algo que merezca ser leído, a fin de cuentas.
Y aunque valiera la pena, no puedes garantizar que alguna editorial lo publique, ni siquiera que lo lea.
Y aunque eso ocurra, es casi imposible que te de para vivir de ello, no todo el mundo somos Dan Brown para escribir mierda y que hagan una película de ella.
Y aún así, hay días que te levantas, vas a tu anodina oficina y solo puedes pensar en algo que escribir, porque por mucho que mates la inspiración, está no muere con facilidad, y exige su atención, la exige de forma desagradable e insistente.
Dicho todo esto, recuerdo la sensacion de plenitud y vergüenza cuando alguien leía los relatos que escribía antes de convertirme en el sarcástico bastardo que soy ahora, y aún a día de hoy, me dan ganas de ruborizarme.
#2 Bah, eso nos pasa a todos los aporreateclas... no te preocupes más de lo debido, en serio. Muchas veces no es más que suerte... porque editores que sepan dónde está el arte y el dinero combinado... hay ahemmm ahemmm pocos, mentira, NINGUNO... si te tumban una obra... no pasa nada. A los supuestos grandes les tumbaban obras complejas y buenas, no te preocupes... es un mundo... ahem... ahem... aleatorio. Dale duro, escribe, y si te tumban seis veces te levantas siete... es lo que hay. Difícil de entender en un mundo de inmediatez, sí, pero... son los tiempos que corren. Si un escritor te contara la de horas, semanas, meses dedicados a una obra la gente se alucinaría. Pero... ÁNIMO.
#3 ah pero amigo mío, yo no soy como vosotros la gente de letras, yo soy de ciencias, tengo una personalidad práctica y analítica, que a veces la inspiración me ponga una pistola en la sien y me secuestre es solo un error de Matrix, la gente como yo esta en las antípodas de tener ninguna vertiente artística.
Así que hace años valore que hacer con ello, y decidí anularlo, el tiempo invertido no compensa la recompensa, puedo pegarme años sin escribir ni una página, o de repente escribir una semana entera sin parar para luego destruirlo.
Diré que no suelo guardar mis escritos, y que no estoy especialmente orgulloso de ellos, no creo que valga para esto, aunque a veces todo mi cuerpo me exija hacerlo.
Pero os entiendo desde lo más profundo, cuando ponéis fragmentos como este sobre la dureza de ser un escritor. Es una profesion sumamente desagradecida, pero acaso, crear algo bello no lo es siempre?
Como punto final diré que Menéame es un buen placebo para mi problema, las líneas que pongo aquí a diario insultando o criticando, mantienen a la bestia dormida.
Un saludo.
#4 Si te sirve de consuelo o de acicate o de... loquetúquieras (todo seguido) mi formación es de ciencias... empecé ciencias Físicas (no te rías) para escribir los mejores relatos de ciencia ficción del mundo (mentira) y porque mis compañeros, compañeras y amigos y amigas iban a estudiar Física y no quería separarme de ellos (cosa que luego, años más tarde resultó idea falsa, como un adolescente, ojo he mantenido gran relación con astrónomos de mi promoción, amigos antes que astrónomos)... NO terminé la carrera (ya lo he contado por ahí, hola google recopilando datos, vete sumando) pero mi parte salobre es de ciencias y mi parte dulce es de letras.
Escribir es muy desagradecido pero igualmente placentero. Cuando construyes un personaje que enamora (sea eso lo que sea) o una escena o una situación que te sorprende a ti mismo... eso es una especie de pequeño placer (ególatra si quieres) que es muy difícil de comparar con otros placeres de la vida. Sí, con el de comer chocolate un día caluroso, que te chorrea el chocolate por las comisuras de los labios, sin maldad, sólo como si fuera el placer de un niño pequeño... Huy, que me pongo idiota. Que escribas cuando puedas... Ahora ando sin tiempo, a primeros de febrero andaré con algo de tiempo y me ofrezco (si quieres) a ayudarte con los textos en lo que mi talento y conocimiento puedan. Si tú quieres y no te da vergüenza (palabra que has de quitar del maldito diccionario...) te ayudo en lo que pueda.
#5 si lo tengo que comparar con una necesidad fisiológica, seria con cagar, te aprieta y te secuestra el cerebro, y cuando lo dejas salir lo disfrutas, como un enano, pero al terminar y salir del baño piensas, "mucho rato me he pegado aquí dentro"
#6 Jajajajajaja... igual en tu caso es así... jajajajaja... Pero una de las claves, o trucos... es el control de una "necesidad fisológica" como la que describes... Jajajajaj... Me has hecho reir. Mucho.
No tires la toalla, pero ten presente que los millones de escritores que no publican pasan a formar parte de la Legión de los Escritores Malditos.
Menos mal que no te pusieron spam rojo. Se me ocurrió enviar un escrito sobre el niño interior y los traumas y casi me comen a dentelladas. Por lo visto el spam azul se me quedó de florero. Por lo menos te aceptaron el escrito. Creo que me confundieron con una psicóloga y solo soy una ciudadana de a pie a la que se le ocurrió escribir un texto y enviarlo