Llorar: la vergüenza infundada

Os dejo por aquí un texto que escribí hace poco. Si os gusta, en el enlace del final tengo más. Quizá os gusten y todo, jaja. Sin más dilación:

¿Por qué el mundo teme al llanto? No hay nada más humano que llorar y tampoco nada más conciliador que el descanso que viene después. Yo, orgullosamente, digo que soy un llorón de cuidado, y que no hay nada que me guste más de mí que eso.

Lloro cuando veo una película de amor. Lloré viendo la última película de Los Pitufos y todavía me sale un pequeño llanto cuando termino de ver Brokeback Mountain. Lloro cuando veo vídeos de gatitos o cuando me imagino mi vida sin mi perro. Lloro cuando veo a alguien llorar y cuando veo documentales de La Tierra (la estamos matando).

Lloro cuando leo la palabra “guerra”, cuando se dispara a personas por razones que aún no he logrado entender y cuando alguien celebra una victoria que ha dejado toneladas de familias rotas. Lloro cuando veo a niños muriendo de hambre y a políticos bañándose en el dinero del contribuyente. Lloro cuando veo a familias desahuciadas por no pagar trescientos euros de alquiler al mes y a la Pantoja en la calle aun “supuestamente” habiendo robado millones.

Lloro cuando mueren personas en nombre de un dios y cuando se esconden amores por miedo. Lloro cuando veo a gente querer y no poder; y poder y no querer. Lloro cuando me doy cuenta de cuántas personas han muerto para hoy poder ser libres. Lloro por el suicidio de Alan (transexual barcelonés) de tan solo 17 años. Lloro por el atroz asesinato de Hande Kader (transexual turca). Lloro cuando “Hazte Oír” tiene más patrimonio que una asociación que da refugio a jóvenes que viven en la calle.

Lloro cuando nos llaman la “Generación Perdida”. Lloro cuando me imagino un futuro sin futuro. Lloro cuando escucho la expresión “eso no tiene salidas”. Lloro cuando veo enfermeros y trabajadoras sociales en un Burger King y al tronista de turno de Mujeres y Hombres haciéndose rico. Lloro cuando veo belleza y también cuando veo tristeza.

Lloro cuando me llaman maricón, aunque sea maricón. Lloro cuando me siguen por la calle o me escribe gente que no conozco insultándome. Lloro cuando veo una llamada entrante de “Número Privado” y cuando termina la llamada, apenas puedo sollozar. Lloro cuando veo a las palabras dejando de ser palabras y mutando en armas que te desmiembran el alma. Lloro cuando veo que gente deja de saludarme por la calle o cuando me gritan por la calle por mi forma de andar. Lloro cuando me empujan o me hacen gestos insultantes. Lloro cuando un “soy gay” se convierte en un “hazme la vida imposible”. Lloro cuando poca gente entiende la magnitud de un insulto y se ríen pensando que es una broma más. Lloro cuando una broma más se suma a la montaña de sólo son bromas y hace que algunas personas se planteen su lugar en La Tierra.

Lloro cuando leo que hay chicos en coma por una paliza porque se besaron en público con otros chicos o a chicas violadas porque necesitaban probar a un buen hombre. Lloro cuando “Ay no te molestes, ¡si no es por ofender!”. Lloro cuando una no ofensa se convierte en la excusa perfecta para ofender. Lloro cuando recuerdo haber tenido que andar más rápido de lo normal porque un grupo de 10 chicos me perseguía a las 12 de la noche diciéndome lo asquerosa que era mi forma de sentir. Lloro cuando veo ahora a esos chicos por la calle cuando voy solo y preparo mi teléfono por si algo pasa. Lloro cuando me tenía que poner los auriculares para dejar de escuchar lo que merecía sufrir. Lloro cuando me doy cuenta que me han enseñado a hacer cosas sistemáticamente pero no a cómo reaccionar si alguien me pega un empujón por la calle. Lloro cuando escucho música triste recordando los viejos tiempos y cuando me doy cuenta de que los he superado, aunque sigan pasando.

Y tú, ¿por qué lloras?

https://libersionate.wordpress.com/2018/01/14/llorar/