Hijos del fuego, de Fidel Martínez Nadal

Fidel Martínez (Sevilla, 1979) es una de las voces más interesantes y personales del panorama del cómic actual de nuestro país gracias a sus colaboraciones con Jorge García y su trayectoria posterior en solitario, con obras tan redondas como Fuga de muerte, Sarajevo Pain, Arconte o la novela gráfica que ahora nos ocupa, Hijos del fuego, publicada en Norma Editorial, en febrero de 2025. En ella, se narra la historia de varios personajes, un grupo de exploradores furtivos llamados “stalkers”, que se introducen en una zona fantasma, en las inmediaciones del reactor nuclear de Chernóbil, zona totalmente prohibida por los restos de la radioactividad que todavía se se encuentra en ella.

Es una obra inmensamente lírica, que comienza como una aventura de terror para terminar como una inmensa fábula ecológica que nos enseña que la naturaleza seguirá creciendo, a pesar de los seres humanos, auténticos virus para el planeta en el que vivimos. Ayuda a esa sensación de terror inicial las viñetas con las se construye esta historia, con algunas dobles páginas magníficas, en un blanco y negro magistral, una característica propia del autor a lo largo de su carrera profesional. Un claroscuro que parte de figuras como Milton Caniff y se consolida en los trabajos de Alberto Breccia y José Muñoz. Además de estos dibujantes, otra de las referencias de esta novela gráfica, que no pertenecen al ámbito de la historieta, son el constructivismo pictórico y la arquitectura racionalista soviética que, como el autor afirma, le confieren a las imágenes “rotundidad, además de expresividad”. Uno de los grandes méritos del autor, Fidel Martínez, es el de unir todas estas influencias y dar a ellas una voz tan auténtica como magnífica.

Hay que recordar, de todas formas, que el aspecto visual está supeditado al desarrollo de unos personajes redondos que evolucionan a la par que lo hace la trama. Unos personajes, repletos de contradicciones, que están devorados por la culpa y la curiosidad, incapaces de comprender que son, apenas, seres insignificantes frente a la inmensidad de una naturaleza, que se encuentra aquí simbolizada en dos personajes mitológicos que dan una trascendencia absoluta al relato. La curiosidad y la culpa no son los únicos temas que se presentan en esta novela gráfica, dado que también aparecen la pequeñez del ser humano, como se ve en esas maravillosas viñetas en las que los personajes caminan por el entorno, rural y urbano, de Chernóbil; la soledad, la muerte, en definitiva, temas comunes a las grandes obras, que dan lugar a una fábula moral tremendamente efectiva.

Una trama, asimismo, narrada a través de varios periodos temporales que acaban por entrelazarse: el primero comienza en una época que transcurre hace más de 14000 años; una segunda, poco después del accidente nuclear de Chernóbil y una última, en la que se hacen presentes las consecuencias de los periodos temporales anteriores, en la que, además, los personajes afrontan todos los problemas creados anteriormente y en la que ya personajes reales y mitológicos se enfrentan entre sí.

hay que recordar, por último, uno de los elementos más importantes de esta novela gráfica: el simbolismo, con dos personajes, que representan la muerte y el nacimiento del ciclo de la naturaleza y se hacen importante a lo largo de todas las páginas que componen una historia, sencillamente, excelente. Son dos personajes alegóricos que narran la historia de Chernóbil a lo largo de siglos, desde la adoración inicial de los seres humanos primitivos al posterior rechazo y caza de esos mismos seres humanos a lo largo de los siglos.

Esta novela gráfica es una obra tremendamente lírica, tanto en el guion como en el aspecto visual, que destaca por una narrativa sugerente, con una serie de viñetas tan espectaculares como aterradoras, un desarrollo magistral de personajes devorados por sus imperfecciones. Una historia con un final repleto de esperanza en el que el personaje principal encuentra, por fin, la la redención y la comunión absoluta con el entorno natural que lo rodea. En suma, Hijos del fuego es una fábula ecológica en la que, como el mismo autor, Fidel Martínez, dice: “la naturaleza prevalecerá, a pesar de todos nuestros excesos y desmanes”.

Hijos del fuego, Fidel Martínez (Sevilla), febrero de 2025, 160 páginas.