Una breve reflexión sobre el "problema de la consciencia", otro potencial comecocos religioso

El "problema difícil de la consciencia" se pregunta "dónde vive", "dónde reside" la "información" que nosotros vemos del mundo, tal como la vemos subjetivamente, desde el punto de vista de nuestras sensaciones internas. En concreto, este problema plantea que esta "información" interna sensorial no parece residir en ningún sustrato físico o nivel o ámbito físico, por lo que hay quienes plantean que estas "sensaciones" no tienen un soporte físico, lo que lleva a algunos a hablar de "alma" y otras cosas religiosas (lo no-físico, lo sobrenatural).

Por ejemplo: supongamos que la "sensación de frío" se produce por los procesos o reacciones bioquímicas R1, R2 y R3. Si estas reacciones ocurren en el cuerpo de una persona, esta persona sentirá frío, pero si preguntamos a esta persona qué le ocurre o qué está sintiendo, esta persona no responderá: "me ocurre que dentro de mi cuerpo están ocurriendo las reacciones bioquímicas R1, R2 y R3", sino que responderá: "siento frío". ¿Qué es esta "sensación de frío" o "información de frío" que vive subjetiva o interiormente esta persona, si es algo distinto de las reacciones R1, R2 y R3?

De hecho, esta persona podría no saber en absoluto que su sensación de frío ocurre por las reacciones R1, R2 y R3. Sin embargo, cuando estas reacciones ocurren en el cuerpo de esta persona, esta persona lo "sabe", parece tener "información" sobre ello, en la forma o modo de "sentir frío". Cuando esta persona siente frío, no es informada de que tales o cuales electrones, protones, fotones, etc... están interaccionando de cierta manera dentro de su cuerpo. Sin embargo esta persona "recibe" o contempla una "información", la "información" consistente en "sentir frío".

No hay ninguna partícula física u objeto físico en el mundo físico que sea el "frío", la "sensación de frío". Entonces esa "sensación de frío" que nota o contempla esa persona dentro de sí, ¿dónde está, dónde reside, dónde existe? ¿reside en algún nivel o ámbito no-físico?

Podríamos preguntarlo de otra forma: ¿por qué las partículas físicas elementales que conforman un reloj o una piedra no generan para sí una sensación propia de estar ellas mismas vivas o de existir, de manera que una persona dejaría se sentir cualquier tipo de existencia propia si pudiera convertirse en un reloj o una piedra, pero las partículas físicas elementales que conforman un murciélago vivo sí parecen generar para sí una especie de experiencia interior de estarse existiendo o de estarse vivo, de manera que una persona que pudiera convertirse en un murciélago no dejaría de existir subjetivamente como ocurriría con el reloj o la piedra, sino que sentiría una especie de existir propio, tal como lo siente el murciélago? ¿Por qué las partículas físicas elementales que forman un reloj o una piedra no generarían ninguna "vida interior propia" si uno pudiera convertirse en reloj o en piedra, pero las partículas físicas elementales que forman un murciélago sí generan una "vida interior propia", una sensación propia de estarse vivo o existiendo, cuando uno se convierte en murciélago?

Obviamente, la respuesta a esta pregunta no puede estar en las partículas físicas elementales en sí mismas (no hay "partículas vivas" y "partículas muertas"), sino en la manera en que se organizan. Pero entonces la pregunta es: ¿de qué manera se tienen que organizar unas partículas físicas elementales, para que la cosa que formen tenga una "vida interior", una "sensación interior propia de existir", de "estar despierta"? ¿cómo de perfecta o complejamente tendríamos que construir un robot, para que fuera inmoral maltratarlo? Y hay quienes llevan esta consideración hasta extremos aún más polémicos y lejanos: hay quienes afirman que el hecho de que unos agregados de partículas estén "vivos" mientras otros no, jamás se podrá explicar suficientemente a través de cuál sea la manera en que se organicen las partículas, o por cómo de compleja sea la organización de las partículas. Esta idea parece basarse un poco en el punto de vista de que "lo físico, lo inerte, lo muerto, solo puede producir cosas físicas, inertes, muertas; no puede producir lo vivo".

Sobre esta cuestión, yo quería ofrecer las siguientes reflexiones:

Por una parte, hay ciertas buenas razones para excluir esta cuestión de lo religioso. La consciencia ocurre dentro del sistema nervioso, y por tanto ocurre dentro de seres vivos dotados de sistema nervioso, es decir, los animales que existen en nuestro planeta.

No hay ninguna buena razón para dotar de un estatus "especial", desde una perspectiva religiosa, a los animales sí, pero al resto de los seres vivos de nuestro planeta o del universo no. Un sistema nervioso no parece una buena piedra angular para una religión.

Además, incluso aunque estuviéramos dispuestos a conceder ese estatus especial, ese estatus no podríamos concederlo solo al ser humano, porque el sistema nervioso, y por tanto la consciencia, también son tenidos por los demás animales distintos del Homo sapiens. Lo cual también viene a desmontar un buen número de doctrinas religiosas que se esgrimen sobre una supuesta condición privilegiada de la especie humana.

Pero me gustaría entrar un poco más en el mecanismo mismo de la consciencia, desde la perspectiva de este "problema difícil de la consciencia", para considerar posibles direcciones desde las que quizá cabría entenderse una solución al problema.

Primero, creo que sería oportuno ofrecer una respuesta clara a la pregunta: "¿por qué recibimos información? ¿por qué tenemos la capacidad de recibir información?". La respuesta es más bien simple: porque la manera en que vivimos, en que existimos y nos desenvolvemos biológicamente en el entorno, está condicionada y es dependiente del contexto circundante de factores de ese entorno que pueden afectarnos. Esos factores son como unos estímulos, como unos inputs para nosotros, y nuestras reacciones resultantes se calculan y deciden en base a esos estímulos o inputs. Recibimos información y tenemos capacidad de recibirla porque esa información entrante constituye los inputs sobre los que se calculan y deciden nuestras reacciones de supervivencia o biológicas resultantes.

Pero esta consideración no nos responde del todo a la pregunta de por qué existe una consciencia, por qué existe un sistema nervioso; pues las plantas, los hongos o los seres unicelulares también poseen su propio desenvolvimiento biológico que está condicionado y es dependiente del entorno circundante de factores; las plantas, hongos y seres unicelulares también reaccionan o responden a sus inputs medioambientales, pero ellos no tienen sistema nervioso ni consciencia. Una persona no "sentiría" nada, no se sentiría con ningún tipo de vida o existencia propia, si pudiera convertirse en planta, en hongo, en bacteria o en virus, del mismo modo que tampoco somos conscientes de cómo crecen nuestro cabello o nuestras uñas. Seguramente habrá también quien quiera esgrimir que las plantas, hongos, bacterias o virus son una buena demostración de cómo los procesos meramente biofísicos no son suficientes para generar una consciencia. Las plantas, hongos, bacterias o virus son como "robots".

Desde esta perspectiva, la capacidad de recibirse, captarse, asumirse o soportarse cierta "información representacional" descriptiva del entorno, con el propósito de oponer al entorno ciertas reacciones o respuestas defensivas o adaptativas, es una primera característica, no ya solo de la consciencia, sino de la propia vida.

La cláusula de "con el propósito de oponer al entorno ciertas reacciones o respuestas defensivas o adaptativas" no está puesta ahí de adorno, es muy importante, tan importante como para distinguir a la materia viva de la materia inerte. El proceso por el que la materia inerte se convierte en materia viva o genera materia viva no consiste en cómo de complejamente se organice o estructure la materia inerte, ni en algún tipo de magia divina: consiste en que la manera en que se organice o estructure la materia inerte sea tal como para "autoprotegerse" y promover su propia existencia, perduración y supervivencia, básicamente a través de las correspondientes estructuras o atributos adaptativos o defensivos orientados a las características del entorno. Mas aún, cabría añadir otro requisito: que esta estructura viva o biológica resulte, según las leyes fundamentales de la naturaleza, del propio entorno respecto del que dicha estructura viva o biológica intente defenderse o al que intente adaptarse.

Así, que los seres humanos fabriquen algún robot o alguna forma de vida artificial solo permitiría entender algún carácter "biológico" en ese robot o ser artificial no en tanto que lo muy complejo o parecido a un ser vivo real sea esa fabricación, sino en tanto que dicho robot o ser artificial pudiera entenderse o encajarse en el marco de la definición de vida dada en el párrafo anterior: como estrategia adaptativa o de supervivencia del propio ser humano respecto al entorno natural.

Por tanto la capacidad de recibirse información solo puede entenderse como biológica en el marco más general de autoprotección y de adaptación autoprotectora o autofomentadora del ser vivo en el contexto de su entorno. Un reloj o una piedra no intentan adaptarse a su entorno; el reloj, si acaso, está bien adaptado a prestar su resultado principal de marcar las horas. El ser vivo quiere existir mas de lo que quieren existir un reloj o una piedra, por lo cual lucha mas por asegurarse su existencia y supervivencia.

Esta adaptabilidad específica y vocación de existencia, autopreservación y supervivencia de los seres vivos, por sí sola, es ya una de las cosas que suscitan en algunas personas una apariencia de "diseño intencionado" o "finamente ajustado" o "a propósito" del ser vivo, que les lleva a pensar en cosas divinas, o en que la vida es un don divino.

A medida que vamos considerando las posibles razones por las que un sistema nervioso se desarrolló evolutivamente, vamos destapando y entendiendo algunos aspectos que podrían ayudarnos a explicar la consciencia, y a discernir algún tipo de solución para el "problema difícil de la consciencia".

El sistema nervioso empezó a desarrollarse evolutivamente hace muchísimo tiempo. Este era un atributo que básicamente se especializaba en la captación de información medioambiental (órganos sensoriales) para ofrecer reacciones de respuesta a esa información (control nervioso de los órganos motores).

Pero el sistema nervioso tenía unas limitaciones de almacenamiento de información, no podía almacenar una cantidad de información medioambiental infinita. Así, por ejemplo, si un animal debía darse cuenta de que ya empezaba a hacer frío y debía emigrar a otra zona más cálida, su sistema nervioso no podía permitirse registrar el movimiento de toda molécula en la atmósfera, para formarse una decisión de que hacía frío. O si un animal cazador debía detectar visualmente la presencia, posición y características de una posible presa, no podía permitirse registrar los fotones y colores provinientes de todos y cada uno de los átomos que formasen el pelaje de esa presa, sino que el depredador se formaría una imagen visual más o menos resumida de la presa.

La información física "resumen" que los animales se formaban de su entorno no constituía una descripción física completa del entorno, por lo que esa información física "resumen" no se correspondía de manera exacta con ningún objeto físico concreto del entorno, y no existía en el entorno ningún objeto concreto que pudiéramos considerar el soporte físico exacto de esa información "resumen". Así, para la sensación de frío no existiría en el entorno ningún objeto físico concreto que fuera "el frío". Por esto las sensaciones, la experiencia subjetiva que llamamos "consciencia", no parecen tener ningún soporte físico.

Así, la consciencia parece estar más del lado de la "información-input" que de las "respuestas-output". La consciencia parece ser más un "darse cuenta" que un "hacer" o "actuar" o "hacer que otros se den cuenta".

Pero ahondando aún más en la razón misma por la que se desarrolló un sistema nervioso, llegamos a un detalle que se antoja interesante para comprender mejor la naturaleza de la consciencia, y vislumbrar una solución del "problema difícil".

Seres vivos como las plantas, los hongos o los seres unicelulares responden a los factores medioambientales, y condicionan su desenvolvimiento vital o biológico al contexto formado por esos factores. Pero su manera de responder al entorno es más simple, no es tan compleja y desarrollada como la manera en que los animales responden al entorno.

Cuando una planta, un hongo, una bacteria, un virus o cualquier otro ser vivo no multicelular recibe determinado estímulo del entorno, su respuesta o reacción es inmediata y automática, determinada por ciertos procesos físicos mecánicos en los que no intermedia nada neurológico. Por ejemplo, cuando un virus recibe el estímulo externo de haberse enganchado a una célula, responderá activando el mecanismo bioquímico que le permitirá inyectar su material genético en esa célula.

Así, para una planta, hongo u organismo no multicelular, el estímulo, información o input medioambiental "i1" recibirá una reacción o respuesta "r1", a través de ciertos mecanismos biofísicos; análogamente, el estímulo, información o input medioambiental "i2" recibirá una reacción o respuesta "r2"; el input "i3" recibirá la respuesta "r3", etcétera.

Es como si las plantas, hongos u organismos no multicelulares se rigieran por una tabla de inputs y outputs en la que cada estímulo "ix" llevara asociado su respuesta "rx".

Los animales son como seres vivos que empezaron a desarrollar y volver más compleja su manera de reaccionar a los inputs medioambientales.

Por ejemplo, imagina que estás situado encima de un puente colgante muy antiguo, construido a base de tablas de madera. Algunas de las tablas que están en tu lado izquierdo están claramente en mal estado, por lo que hay una enorme posibilidad de que si intentas caminar sobre ellas se romperán con tu peso, y caerás al vacío. Por contra, las tablas que están en tu lado derecho muestran un mucho mejor estado, y si caminas sobre ellas es bastante probable que puedas pasar sin problemas para salir del puente. Imagina que, de repente, mientras estás sobre el puente, por alguna razón que desconoces empieza a presentarse de forma repentina un frío intensísimo, tan intenso, que si no abandonas inmediatamente el puente podrías morir congelado. Lo que haces es abandonar el puente hacia tu derecha, donde las tablas del puente están en mejor estado y no se romperán con tu peso.

Ahora imagina que nunca antes en tu vida habías estado encima de un antiguo puente colgante de madera, donde las tablas de un lado están en mal estado y las tablas del otro lado están en buen estado, y donde de repente te asalta un frío tan intenso que tienes que huir de él lo más rápido posible.

Todos estos inputs (el puente colgante antiguo de madera, las tablas en mal estado de un lado y las tablas en buen estado del otro, el frío... ), de manera conjunta o combinada, forman para ti un "input combinado" al que nunca antes te habías enfrentado. Como nunca antes lo habías vivido, no tenías ninguna respuesta o reacción preparada para él. Es decir, has tenido que diseñar o calcular sobre la marcha una respuesta o reacción para una situación nueva que nunca antes habías vivido.

Los seres vivos animales, pues, caracterizados principalmente por la capacidad de moverse en vez de estar arraigados siempre a un mismo sitio, desarrollaron su sistema nervioso y su consecuente consciencia para dar respuesta a situaciones nuevas que podrían no haber vivido nunca antes, y para las que por tanto no tenían preparada ninguna respuesta o reacción de antemano.

Así, si las plantas, los hongos y los organismos no multicelulares se rigen por tablas rígidas predefinidas, donde cada input tiene asociado su output, los animales evolucionaron hacia "tablas" donde la columna de "inputs" podía estar plagada de situaciones complejas, s1, s2, s3, ... para las que no había ningún output preestablecido. Los animales tenían que calcular y decidir esas "reacciones-output" sobre la marcha y según cada caso, no según soluciones ancestrales decididas mecánicamente de forma biofísica.

Cuando te riges por una tabla de estímulos y reacciones predefinida, donde cada estímulo tiene su correspondiente reacción, puedes simplemente dejarte llevar por esa tabla. Pero cuando te riges por una tabla de estímulos y reacciones donde los estímulos pueden ser situaciones completamente nuevas, para las que no tenías prevista ninguna reacción y para las que tienes que calcular y diseñar una reacción nueva sobre la marcha y según cada caso, parece que debería ocurrir que la información combinada descriptiva de cada nueva "situación input" deba ser retenida, sostenida o sujetada durante cierto lapso en tus neuronas, a los efectos de calcularle y decidirle una reacción de respuesta.

Este "lapso" de cálculo podría ser el que estuviera generando en ti la impresión de estar siendo "consciente" o de estar "dándote cuenta" de la situación-input que tienes que evaluar. Es decir, este "lapso" de cálculo podría ser el que estuviera generando en ti la impresión de estar "sosteniendo" o "sujetando" información procedente del entorno.

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NOTA ADICIONAL: esta idea de la consciencia como "lapso" de cálculo de respuestas a nuevas situaciones, se ve reforzada por otro hecho bastante propio del sistema nervioso: dado que a las nuevas "situaciones-input", que no eran conocidas de antemano, se les ha tenido que calcular una respuesta o reacción nueva, entonces para estas nuevas situaciones-input el organismo no tenía previsto ningún mecanismo biofísico rígido previo de respuesta, que hubiera sido establecido evolutivamente desde millones de años antes, al estilo de lo que ocurre en plantas, hongos o bacterias.

Como el organismo animal no dispone de millones de años en los que fijar evolutivamente un nuevo mecanismo biofísico rígido que regule esa respuesta, entonces esa respuesta, asociada a su situación-input, debe ser almacenada de alguna forma más rápida. Esto lo hace el sistema nervioso guardando en sí mismo en forma de "memoria", o de "recuerdo" o de "aprendizaje" esa respuesta, y su asociada situación-input. Es decir, podríamos decir que como el sistema nervioso no dispone de tiempo suficiente para permitirse evolucionar de manera biofísica rígida, como hacen plantas u hongos, tiene que evolucionar "culturalmente", a base de guardar memorias o aprendizajes.

Así, cuando al sistema nervioso se le presenta una nueva situación-input, "s", para la que no tenía respuesta, y para la que calcula sobre la marcha la respuesta "r", el sistema nervioso guarda la asociación o par "(s,r)" en una "tabla" alojada en sí mismo, en forma de "memoria", o "recuerdo" o "aprendizaje".

Este "sostenimiento" memorístico de la información conecta directamente con el "sostenimiento" de información que yo comentaba más arriba para el "lapso de cálculo de nueva respuesta", por lo que la memoria también nos da un claro ejemplo de "sostenimiento" o "sujeción" de información a nivel neurológico que puede crear nuestra ilusión de consciencia.